Pero la diferencia de códigos no sirve sólo para no conseguir lo que uno busca sin querer. Esta libertad no escogida que significa tener una lectura propia y no ajustada al conexto del lugar donde uno vive, también puede ser divertida, o incomprensible, generar malentendidos, conjuntos vacíos. Un mundo dentro de otro mundo o, en todo caso, mundos paralelos.
Es la libertad del loco, que nadie comprende por lo que ríe o por lo que llora, pero que sus razones tiene, aunque no puedan ser leídas por los códigos de lo que le rodea.
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