De lo más revelador que transita por la experiencia de un extranjero están las prioridades de valores. Comprobar día tras día que la vida en otros terruños se trata de otra cosa. Y que por más universales que seamos, por mucho que las necesidades sean las mismas (cree uno), la manera de estar satisfechos, "felices", plenos, varía sustancialmente.
Usualmente no lo vemos. O no lo abstraemos. Es natural a nuestra forma de vida. Pero que nuestros ancestros hayan sido protestantes o católicos. Que lo que la sociedad premie sea la humildad o la prosperidad. Que nuestras comunidades hayan sido fundadas por perseguidos o por conquistadores tiene enormes consecuencias en nuestras fromas de vivir, lo cual, dicho sea de paso, no es ni de lejos una abstracción, sino que influye, querámoslo o no, en el día a día de las sociedades, en el para qué la gente vive y hace las cosas como las hace. A qué le da importancia y a qué no. Qué le teme y qué le preocupa. Qué le da placer y qué le da culpa. Si a eso le introducimos el idioma y la geografía, los humanos podríamos parecer, a veces, seres de planetas distintos.
No comments:
Post a Comment