Thursday, May 19, 2011

La libertad del loco

Pero la diferencia de códigos no sirve sólo para no conseguir lo que uno busca sin querer. Esta libertad no escogida que significa tener una lectura propia y no ajustada al conexto del lugar donde uno vive, también puede ser divertida, o incomprensible, generar malentendidos, conjuntos vacíos. Un mundo dentro de otro mundo o, en todo caso, mundos paralelos.
Es la libertad del loco, que nadie comprende por lo que ríe o por lo que llora, pero que sus razones tiene, aunque no puedan ser leídas por los códigos de lo que le rodea.

Wednesday, May 18, 2011

Peras en el olmo

Ayer , por ejemplo, estuve por alguna razón más casual que planificada en una oficina laboral para hacer un trámite. En ella esperaba encontrar gente conocida que tenía tiempo sin ver, con la que seguramente hablaría de temas cordiales mientras hacía mi diligencia, pero me fui con una sensación de vacío que me asaltó imprevistamente.

Bien parece que tanta exigencia de correctitud política, miedo a todo cuanto pueda comprometer con la legalidad, y el exceso de actitud productiva que exigen los lugares e trabajo por aquí (no tengo tiempo sino para trabajar), hacen que cualquier ser humano sea capaz de convertirse en estos mundos en un robot simpático. Cordial, educado y siempre en etiqueta, pero inexpresivo. Nada de lo que se pueda sospechar, intuir o interpretar una segunda lectura. Ningún mensaje que no sea planeado. Mucho menos una expresión de afecto.

Entonces, ido, afectado y extrañado, me diagnostiqué y al mismo tiempo inquirí: por qué estaba esperando yo que alguien me echara un chiste, me pegara un abrazo o me diera una pista sobre lo que iba a ocurrir con el proyecto que manejo con esa oficina? Acaso el que a la gente de allí la conozca tiene que significar algún tipo de afecto? La respuesta en esa y en todas las oficinas de esta ciudad son la misma. La gente por aquí vive para trabajar. Lo demás es secundario. Mucho más en el ambiente de trabajo. Soy yo el que después de 10 años todavía espera peras en el olmo.

Wednesday, May 11, 2011

La boa en forma de sombrero (o que se tragó un elefante)

Es en la locura simbólica que está la libertad. La arbitrariedad del diccionario de códigos que un extranjero tiene hace que uno viva poniéndole significado, digiriendo cosas y dándole sentidos a otras, que nada tienen que ver con su significante original.

Extrañar que la gente sonría, o que una canción te recuerde a alguien. Reírte por algo que no era para reírse. O sentir un vacío en un momento absolutamente racional. Uno es un espasmódico de los símbolos, y los símbolos no vienen solos, sino que cargan con ellos razones y sentimientos.

Así, el mundo lleva un lenguaje y uno lleva un segundo, una relectura, una versión libre, que le permite vivir su propio cuento en medio de otro, que es el que todo el mundo se da por enterado.

Han visto pasar un elefante por aquí?

Saturday, May 7, 2011

Códigos secretos

Para emular, por el cambio de contexto, el pasado es risible. Difícil imaginar que uno quiera convertirse en Henry Ramos Allup, inspirarse en el Conde del Guácharo o seguir a Camilo Sesto. Son todas imágenes que en su contexto, nos produzcan empatía o no, eran orgánicas con el mundo del que venía y al que se dirigían. Pero que sacados de su universo, sus propósitos, símbolos y significados carecen de gasolina para mantenerse.

Hay sin embargo una cadena bien numerosa de gente, nombres, experiencias y expresiones que quedaron en el pasado y, sin embargo, siguen conectándose mucho más con uno que cualquier cosa que uno tenga alrededor. Igualmente, han perdido valor en este nuevo contexto, pero siguen formando parte del diccionario del imaginario que define quién es uno.

Uno es quien es y le da propísito a la vida en tanto que tuvo y tiene en su cabeza y en sus recuerdos a los amigos que le marcaron, las canciones y los músicos que le dijeron algo en su momento, los líderes grupales, políticos o globales que le brindaron una respuesta a sus preguntas. La madre y la familia que tuvo, con sus generosidades y sus trastornos.

Cada quien tiene un diccionario con connotaciones propias, que no dicen nada significativo si no es uno el que le da un significado congruente, capaz de entrelazarse con el resto de símbolos y valores que componen su código propio; y uno vive con ese código guardado como quien tiene una clave secreta que, sí, muy especial es... pero que dificulta la comprensión de lo que le rodeaque está construido con otros códigos- y también que la lectura que se hace de uno, producto de otro lenguaje simbólico, se haga correctamente.

Nombres, canciones, amigos, políticos, lecturas, familiares, fiestas, abrazos, amores, momentos, epifanías, geografías, ánimos, risas, errores, oportunidades, encrucijadas, satisfacciones. El pasado es un libro que sólo recobra peso en el imaginario y los significados que uno puede darle, y es intransferible, enigmático y, a veces, absurdo, para quien pretende, desde otro contexto ajeno, asumir significados directos.

Friday, May 6, 2011

Proyecciones astigmáticas

Con la desconexión que empieza a tener uno de lo que tuvo y naturalmente tiene de lo que tiene nuevo, el fenómeno de lo ajeno comienza a teñir también la gente y las cosas que uno admira, la gente y las cosas que uno odia. Lo que uno quiere emular. Quien uno no quiere ser. Obama, Cee lo green, Landon Donovan, Michael Moore, para decir un par de nombres, son referencias de tipos que uno admira, pero cuya composición, maneras de ver el mundo, su historia, sus puntos de vista, ni lejanamente pueden ser equiparables a los de uno, que tiene un background y una manera de vivir tan completamente distinta. Lo mismo pasa con los resquemores. El escozor que produce una tipa como Lady Gaga, un dirigente como Marcos Rubio o un alguacil como Joe Arpaio, son antihéroes contra quienes podemos esbozar horas de argumentos para combatirlos, pero nos son tan ajenos, nacieron de un contexto que nos pertenece tan poco, que ni el sentimiento de aversión es demasiado sólido.

Tuesday, May 3, 2011

Monday, May 2, 2011

...y los recordatorios indeseados

Preguntaba, caminando solitario con una mochila al hombro, por una dirección en un chiringuito en Barcelona, sin notar, hasta que él hizo notarse, que un skin head me miraba con rabia. De la rabia pasó a insultarme repentinamente, gritando y en un idioma incomprensible (sería catalán iracundo) algo que entendí como "marico de mierda, qué carajo haces en mi tierra, vete pal coño". Me indigné, lo miré con cara de loco y de que no le tenía miedo (todos esos valientes se cagan con el menor desafío caribeño) y le dije que me gastaba mis reales en su puto país (o algo menos valiente, de seguro).
Me fui altivo en la superficie, pero golpeado realmente y en el fondo proque ante la salvaje, primitiva y territorial supremacía que aquel catalán sentía por su lugar, abusivamente invadido a sus ojos, poco pueden hacer los discursos de ciudadanos del mundo, el ánimo intercultural y la comprensión de que somos una sola especie literalmente abandona en un planeta en el que no sabemos qué vinimos a hacer. Si a los papeles nos remitimos, ese es su país y punto. Y si no, no hay sino que preguntarle a un funcionario de migración de un aeropuerto estadounidense, que bien claro lo tiene.
Ser extranjero siempre puede ser un portazo en la cara.

Sunday, May 1, 2011

El despiste benevolente

Una magia inusual que le sucede al extranjero es olvidar su condición. Cuando no nos acordamos de nuestro "no perteneciente" rasgo, es fresca nuestra mirada. Inevitablemente, casi todo es nuevo o, por lo decir lo menos, carente de vejez.
Una vez en Inglaterra, conversando con una escocesa (que era extranjera y lo desconocía) que estudiaba conmigo me preguntó muy como cosa natural qué hacía yo en el Reino Unido, "so faraway from home!" Mi respuesta, sinceramente desprevenida, fue una obviedad: había querido estudiar la maestría que estábamos haciendo, por eso había llegado hasta ahí. Un poco insatisfecha, obviamente, Juliet, concedió, sin pensar mucho: qué tonta, eso es lo que nos hace a todos haber venido hasta aquí.