Wednesday, October 5, 2011
Hora de partir
durante tanto tiempo. Eso es lo que pienso durante esta caminata por la calle no identifico
si es la 21 o 23 del suroeste, cuando de pronto unas bolsas de supermercado vacías que
están en el piso han empezado a elevarse mientras se mueven en círculos, producto de
algo como un torbellino interior que las levanta poco a poco al cielo. Me extraño. Me
extraño mucho. Empiezo a notar que lo mismo les pasa a las hojas de los árboles que
están dispersas, y también para mi sorpresa a los carros que están estacionados junto a las
aceras esta mañana. A las casas. A los mismísimos árboles. Y a los gatos, que parecen de
pronto abundar en esta imagen. Empiezo a darme cuenta de que se trata de un sueño pero
en lugar de aliviarme, me angustio, pues tengo la sensación de que si despierto antes de
lograr entender cómo hacer para que las cosas no dejen de levantarse, todo desaparecerá.
Es un sueño de esos en los que uno entiende que está soñando pero no puede dejar de
vivir lo que representa su psique, como si fuera uno integrante de una película cuya
lógica no fuera cuestionable, aunque la vigilia no pueda entenderla. Sin abrir los ojos,
y volviendo a olvidar que sueño, y de nuevo sin conciencia de que estoy soñando, las
imágenes regresan, pero esta vez hay incendios en toda la infraestructura que puede ser
demasiado pesada o estable como para desaparecer elevándose a la infinidad del cielo.
Los edificios, los estacionamientos y los ascensores se están quemando. Ya yo estoy unas
cuadras más adelante que la calle inicial, más bien en una avenida, corriendo con algún
desespero, como si el refugio que he buscado se hubiese revelado volátil, como si el viaje
que imaginariamente me he empeñado en vivir fuese tan vulnerable como mi propia
incapacidad para enfrentar los lugares de los que vine despierto.
Entonces veo a unas pocas cuadras a una vaca y a un caballo, sanos y salvos,
desprevenidos y en mitad del estacionamiento de un shopping center, y entiendo que esos
son los únicos vehículos en los que puedo moverme por la ciudad, ruinosa y en llamas,
hasta conseguir la clave para salvarla o, eventualmente, escapar.
Pero poco antes de llegar entiendo que es demasiado tarde. Un relincho, o dos, apenas
dan tiempo al caballo, antes de encenderse por la obra de la nada. Y la vaca, cuando
Entonces entiendo que no hay manera de salir de este laberinto que no sea recordando.
Es mi conclusión en el sueño. Caminar como los peripatéticos, mirar el horror de la
ciudad en solitario y saber reconocer entre mis imágenes y las que sueño cuáles son
verdaderamente mías, cuáles existen y me dan igual, cuáles realmente me he inventado.
Estoy atrapado en mis propias imágenes. No habrá nada real hasta que no lo encuentre
yo. Han sufrido un golpe de estado mis decretos temporales. Los semáforos están
descompuestos. Por la calle 25 y la avenida 37 una muchedumbre desorganizada cruza la
avenida. Están de saqueo y yo trato de seguir caminando desprevenido, como para que no
me noten. Son violentos, hablan portugués y saben lo que hacen. Sólo uno de ellos
alcanza a verme, un niño que va de la mano de su madre, una joven de unos 28 muy
airada que no sabe lo bella que podría ser. La mirada del niño me acusa, como si supiera
algo que yo no y de lo que me culpa. La mujer bella no cree ni le interesa saber que
podría ser bella. Eso importa es en las películas que yo me hago.
Cuando los brasileños han cruzado ya como un huracán, la avenida se ensancha y de
pronto todo parece calmado. Me espera juiciosa y vivaz pero muy decidida una
concentración de manifestantes que está por partir a pedir que les asignen una avenida
para poder marchar en forma permanente. Cuando me acerco, me perciben como si fuera
yo una autoridad. Como si hubiese retrasado mi liderazgo y fuese yo la alucinación que
de Roger Casement ha tenido Vargas Llosa. Y como si ellos no tuviesen avenida por mi
ausencia. Me siento apenado, nervioso. Algunos que no veo y que no se atreven a
decírmelo a la cara me gritan reclamos y hasta insultos. Yo no les puedo hablar. Paso
entre ellos, los atravieso sin poder detenerme y encuentro que al final de la congregación
que va a marchar están algunos compañeros de la Universidad bailando tambores.
Natalia, Edder, Silvia, Ruth, Marina, Jeanette, Arturo, Vicente y Eliana esperan relajados
el inicio de la protesta. Se pasan una carterita que Yanira, que no toma, me da. Yo tengo
veinte kilos menos, veinte años menos y en lo que empino la carterita para tomármela, se
acaba la magia, ya no estoy en la Universidad; recuerdo mi cometido: si no descubro por
qué se destruye la ciudad, despertaré sin esperanzas.
A todas estas, los efectos apocalípticos del sueño han mermado. Plantas, basura, flores
silvestres, rejas siguen elevándose esporádicamente y sin mayores prisas. Frente a la
nada, nada se puede hacer. Puedo poner una canción de Fito Páez o una de Jorge Drexler,
pero las desecho: si quiero resolver algún misterio, tengo que escuchar el sonido de la
calle, como cuando uno busca una dirección y baja el volumen de la radio.
Ahora voy manejando. Es un sueño largo como los de Olimpia. No largo en tiempo sino
en acciones. Pero es un sueño delicado. Depende de mí. Y me pesa. Me angustia que se
acabe. Es raro que un sueño que no queremos, que nos angustia, no deseemos que se
acabe. Estoy al final de una callejuela ciega. Hay dos casas coloniales y una nueva,
diseñada con columnas y esfinges egipcias. Horrible. Y a los pies de una verja que limita
la calle con el parque al que se le entra por la otra calle, duerme, o vegeta, más bien, un
granuja de traje roto, de cara sucia, de pelo tieso que está tan trabado que, de nuevo, sólo
alcanza a mirarme. Y entonces me doy cuenta de que soy yo. Yo mismo. El estado más
triste, incapaz, desesperanzado y abortado de mí. No quiero acercarme, pero no puedo
dejar de mirar. Y me fijo que de su bolsillo derecho del traje salen unos tiquetes de avión,
no alcanzo a leer lo que dicen pero sé que son para Caracas. Y enseguida que lo sé, dudo.
Podrían decir Bogotá, Madrid, Sidney o San Francisco. Entonces ya no dicen nada. Y
caigo en cuenta. De eso se trata este sueño. O al menos parte de él. Primera clave. De
saber lo que pasa si en todo lo que creemos hay duda.
De inmediato tengo una imagen que ha sido recurrente toda mi vida (¿ha sido recurrente
toda mi vida?): Mario coge con Fabiola mientras Ester duerme al lado y yo que veo no
hago nada por avisar que si se dan cuenta todo acabará mal. Y otra imagen, yo, de niño,
lloro y lloro desconsoladamente hasta quedarme dormido. Y me quedo dormido dentro
del sueño. Pero es un sueño con vigilia, sólo para descansar, que me desahucia por un
instante para poder seguir con mi cometido. El sonido de las olas continúa y eso me
ayuda a dormitarme. Pero unos daneses que están de visita turística en la ciudad se ríen a
carcajadas mientras comentan algo sobre mí y me despiertan, ahora estoy detenido en
una esquina esperando la oportunidad para poder cruzar la calle. Y soy una mujer. Una
linda muchacha que viste overoles y tiene una despreocupada conciencia de su belleza.
Una melena castaña, piel carmencita tostada y ganas de que su paso cante. Camino por
las aceras de la ciudad como si estuviese en Europa. Donde ser bello ha costado mucha
sangre pero nadie ha podido restarle importancia a la belleza a pesar del esfuerzo de
siglos. De la nada me encuentro caminando con Armando, que tiene 10 años internado en
las islas Baleares y se ha convertido en un anciano. Lleva un balón de básquet sostenido
entre su mano izquierda y su pierna, y cuando ve mi cara de incredulidad frente a lo viejo
que lo encuentro, se para y me dice, solemne: “somos siempre una promesa, no importa
el tiempo en que estemos, nunca llegamos a ser sino una promesa”. En ese mismo
instante, como si una lapidaria maldición terminara de ejecutarse con semejante
concepto, a la ciudad, ya devastada, se le abre un cráter en su corazón y yo me encuentro
en un pico que ha emergido del desacomodo de la tierra. Identifico, ahora sí, que estoy en
Miami, y veo desde esta cima que tantas veces anhelé un pedazo de tierra que se
desprende de la costa, como en Underground, la de Kusturika, pero a diferencia de
aquella historia, yo no voy en mi país, que ha cambiado a mis espaldas y sin que yo
pueda hacer nada, sino que mi país se va, a la deriva, a deambular en el océano sin un
rumbo que pueda conocerse, sin que yo pueda estar en él.
Mi memoria hace ahogados y ansiosos esfuerzos por recordarlo todo antes de que aquel
pedazo de tierra desaparezca de mi vista. Yordano Maelo las clases adolescentes de salsa
las risas inaguantable en el ascensor con Víctor las arepas metidas en el bolsillo de la
chaqueta en las fiestas de graduación las rascas filosóficas del colombiano el rostro de
Tammy cuando tenía cinco años las discusiones en la Universidad y la seguridad de que
el futuro era nuestro las caminatas al metro y la inseguridad de que algún lugar fuera el
mío el taller de poesía el cubo negro las ganas de llevar la contraria en todas partes los
aplausos en los auditorios de teatro el festival de rock el Centro de Estudiantes el control
de cambio la hecatombe la política el terremoto político la llegada de la pesadilla de lo
indeseable el reinado de lo más oscuro en el centro de mi país yo lejos el trozo de tierra
alejándose y yo fuera en un pedazo de tierra que quisimos creer firme pero que ha
detonado las cosas se van hacia arriba nada pesa y hasta el suelo puede estallar. Como si
nada bastara con creerlo y al mismo tiempo lo poco que sabemos fuera minado con la
Regreso al presente. Al del sueño. Es hora de mirar al cielo. Quizás. Y cuando digo
quizás siento otra grieta bajo mis pies. Entonces decido que es hora de despertar. No hay
dudas. En la cocina escucho trasteos de ollas y cafeteras. La vigilia ha tomado su turno.
El tío José se molestará con razón si muere y yo no he ido a verlo. Es hora de partir.
Thursday, July 14, 2011
Puntos suspensivos
Las experiencias de la vida lejos del lugar al que uno le tocó pertenecer cambian todos los días de sentido. El viaje hacia los significados verdaderos de los nuevos sitios que se habitan parecen jugarnos un truco en el cual cada vez que parecemos más cerca descubrimos un nuevo camino que nos hace falta recorrer, mientras que también nosotros variamos adentro con una velocidad tal que por momentos tenemos la fantasía de estar en caída libre.
Quería dejar un testimonio, simplemente, de la sensación de infinitud, incertidumbre, libertad y sorpresa que vivir fuera parece dejarnos de forma sempiterna, incluso si tenemos mucho tiempo haciéndolo.
No hay verdades a las cuales llegar. Sólo fotos imprecisas. La desazón y la esperanza de que cada día una nueva sorpresa llegue. En tanto, seguimos impávidos, sin gravedad, flotando en el asombro, viendo que el destino que intuíamos nos pertenecía y que un día salimos a buscar, es engañoso, a veces parece a la vuelta de la esquina, otras veces parece estar en el lugar del que salimos, y muchas veces desaparece dejándonos en el vacío.
Saturday, July 2, 2011
Los amigos
Uno nunca deja de extrañar a sus amigos de siempre y, sin embargo, hay algo que ellos se están perdiendo en nuestra vida enajenada de lo que sólo pueden dar fe los amigos nuevos: esos que han tenido que contar de cero su historia y escuchar la nuestra, pero que en realidad saben poco del pasado de uno, por mucho que se esfuercen, y se conforman con la posibilidad de compartir un rato, el presente, sin que las conexiones las haya regalado la providencia, con tal de escuchar y ser escuchados.
Y eso tiene un gran valor.
Para nosotros que la vida amistosa (como la familiar y toda la que implique intercambio de afectos) es protagónica, tener amigos, en una tierra donde la amistad no vale nada, es como haber logrado reproducir a pequeña escala uno de los recursos naturales de nuestra cultura. Es como poder tener petróleo en la casa.
La vida queda escindida, eso sí. Hay panas que te conocen hasta el tuétano y siguen siendo tus amigos a pesar del tiempo y la distancia (los verdaderops amigos) y cuando les hablas al teléfono y les cuentas de algo que pasa en tu vida debes hacer una abstracción tan grande para que entiendan su significado que el cuento se disminuye o pierde sentido.
Es lo mismo con los amigos nuevos: si uno quiere contarles un recuerdo, los antecedentes son tan jodidos que cuando llega el cuento el esfuerzo ha perdido sentido.
A juzgar por los amigos uno es varias personas.
Lo importante es que haya. Donde estén uno los quiere.
Habría que juntarlos. Pero es difícil unir tiempo y espacio. O ya estarán unidos en la vida de uno?
Tuesday, June 28, 2011
Encrucijadas
No es que el país de uno sea como un hijo, ni de vaina. Mucho menos una madre. A la cultura de la que uno proviene tiene uno mucho que agradecerle pero también mucho que maldecirle. No es como a la madre y a los hijos que uno los quiere perdonar. Nacer en x o y es un accidente, es cierto. Pero es un accidente ineludible que, al menos a mí, no se me da cortar, ni tengo la más mínima intención de botar por la basura.
En tanto, mi vida presente me exige de toda la energía -o del doble, más bien, que es lo que toca a los ajenos- para echarla a andar. Para que el día a día tenga algún rebote en algún mañana. En el trabajo, en la cotidianidad con mi esposa, en la gente que voy conociendo en oficinas, en el trato que le doy a mis hijos, en lo que les planifique para que se vayan educando.
El tiempo va pasando y la inercia del futuro se va construyendo. Mi extranjería comienza a tener mayúsculas. Empiezo a ser un extranjero con capitulares, graduado, conocedor de la extranjería. La incomodidad del extranjero comienza a convertirse en mi zona de comfort, qué paradoja.
Y no me doy cuenta, hasta que ocurre una crisis. Hasta que Chávez se enferma, llegan las elecciones o las apuestas están por perderse. Entonces mi pasado se convierte en lo único que me importa. El sentido del tiempo y las prioridades se reordenan en una cápsula que es mi vida, y las calles de Miami y las declaraciones de Obama significan lo mismo que para un suizo que no ha salido de un pueblo nevado de Los Alpes, para un africano analfabeto, para un maorí renegado.
Ser extranjero es un remedio peligroso. Si uno sintió en algún momento que no pertenecía a su país, menos va a lograr pertenecer a un lugar en el que no creció. Es como querer echar raíces desde las ramas. Pero el sfuerzo hay que hacerlo. Si no entiendes, lees, escuchas y te informas sobre el lugar que habitas, estás perdido.
Pero eso, por difícil que se escuche, es un viaje formidable. Adictivo. Un viaje que se reproduce en sueños de otros viajes. Navegar y atracar. Navegar y atracar. Hasta que llega de nuevo una crisis y nada importa. Sólo importa la casa. La primera casa. La única que aparece en los sueños imprevistos.
Lejos, pero cantando
Puedo salir a correr en las calles del Southwest o subir el cerro Avila y allí una estrofa de Sting, un adagio de Mozart o una queja de la Venegas tener el peso poético que tienen desde que, como música, fueron conebidas. Hay una conexión entre la música y los seres humanos que vence los contextos, la enajenación, los pasaportes.
Un buen vino o una buena mesa, una preocupación o un descanso laboral, una mañana o un simple hastío, pueden ser siempre bien acompañadors si la música es buena. Si es jazz tradicional o standard de New Orleans, si es música galesa o salsa brava es cuestión de la predilección de quien pulsa play, la música como tal, si es buena, sobrepasa el lugar donde te encuentres, no importa si te sientes propio o ajeno, triste o envalentonado, si estás ilegal o te sientes preso. La música te pertenece.
Thursday, June 16, 2011
Categorías arbitrarias
Hay ciudades que parecen infinitas, y otras que simplemente faltan por conocer. En esta arbitrarísima categoría que sólo un extranjero puede tomar por cierta, Londres, por ejemplo, siempre me pareció una ciudad infinita, pues contiene, me parece, me hace sentir, millones de historias de gentes y lugares en su explanada y enorme extensión, para contarle a sus transeúntes.
Miami, en cambio, me parece que tiene mucho por conocer. Es un lugar lleno de secretos y espacios que el turista común no es capaz de localizar, impresionado por sus tiendas. Pero al conocerlos, es poca la sustancia que sus anécdotas tienen para contarnos. Será su juventud o su afán por venderlo todo antes incluso de que exista, o que el sol es tan fuerte que evapora todo, pero Miami parece siempre una ciudad liviana, sin demasiado para preocuparse o inquietar a los demás.
La sensación que me da Londres, también me la da Caracas. Los edificios, las zonas abandonadas, los bares y las avenidas contienen historias de millones de intenciones densas, amorosas o desafortunadas que sus habitantes han tenido habitando accidentalmente sus aceras y baldosas.
Pero no es una sensación que me dé Amsterdam, por ejemplo, que habiendo conquistado la actual Nueva York o visto nacer a Van Gogh no parece muy preocupada por sellar su existencia con sus anécdotas y, por el contrario, prefiere manejar bicicleta y rezar porque todo pase más ligero con el aroma de la marihuana.
Los Ángeles, con todo y su vida de autopistas, es una ciudad en la que, sobre todo los orientales, han acumulado muchas hermosas historias.
Orlando debería preguntarse si acaso es una ciudad. El viejo San Jaun podría prestarle algo.
A Buenos Aires le sobran historias. Ni hablar del DF. En cambio Bogotá lucha por terminar de asentar un misterio histórico que a la humilde Cartagena (porque en Cartagena hay la pobreza rampante, ese no es el problema) tiene de más.
Las ciudades y los hombres se entienden a su antojo, y con el tiempo (el poco o el mucho tiempo que convivan) logran o no, entablar ciertos lazos de comunicación que les producen unas relaciones específicas.
Siempre son arbitrarias, y a la vez, inútiles y inocuas estas calificaciones. Como mucho de lo que es fruto de la experiencia del extranjero. Pero está ahí esa relación. Diletante y enlistada al tiempo, para mañanas como la de hoy, en la que me gustaría estar en Juangriego tratando de obviar el supuestamente gracioso discurso de un niño margariteño y observar el mar, o aquí mismo, en este balcón desierto que es Miami, escribiendo lo que escribo.
Tuesday, June 14, 2011
Poema robado
And, while the sky grows dim and dimmer,
Feel no untold and strange distress
Only a deeper impulse given
By lonely hour and darkened room,
To solemn thoughts that soar to heaven,
...Seeking a life and world to come.
Charlotte Bronte.
Monday, June 13, 2011
En blanco
Hay días en que todo parece mentira.
Saturday, June 11, 2011
Cuando eso cambia, y todo resulta nuevo, y uno no sabe ni cuáles serán sus gustos ni sus disgustos, ni cómo reaccionará, debe reaccionar o va a reaccionar frente a lo que le rodea, el futuro se hace apenas un juego, la ciencia más especulativa, una verdadera incertidumbre.
Cómo saber lo que pasará en unos años en un ambiente en el que estamos en permanente descubrimiento?
Puede ser frustrante, pero también es divertido. Es una de esas paradojas clásicas que vienen con la libertad. Que, por cierto, esa es otra palabreja que se vuelve escurridiza.
Wednesday, June 1, 2011
Did she mean it?
Me sonrió, sí, me sonrió. No es frecuente. Pero la verdad es que no sé si me sonrió sinceramente o por trámite. Si era una sonrisa de alguien que hacía su trabajo con cariño o era una sonrisa de librito.
Parece una tontería, un detalle que sólo alguien con ganas de enredarse nota. Pero es que su sonrisa no es usual en un paraje de cobranzas viales. Aunque, a decir verdad, no fue que lo sentí como para decir "qué cariñosa la señora". Quizás fueron sus años: por tratarse de una señora mayor me inspiró cierta ternura y... no, recuerdo no me produjo, no tengo una señora tan blanca, ni tan de ojos azules que recordar.
Sólo me faltaría indagar en su mirada. La sostuvo apenas, es la verdad. Me miró de frente y a los ojos, pero no más de un segundo quizás. Dos a lo sumo.
No, no creo que haya sido especialmente cariñosa. Debo haber sido simplemente el conductor número 482 de la tarde al que le correspondía su sonrisa también 482.
O quien quita que sí. Que a los 482 nos haya sonreído cariñosamente y que hasta ahí ella sepa o pueda expresarlo, como sucede en esta cultura.
Thursday, May 19, 2011
La libertad del loco
Es la libertad del loco, que nadie comprende por lo que ríe o por lo que llora, pero que sus razones tiene, aunque no puedan ser leídas por los códigos de lo que le rodea.
Wednesday, May 18, 2011
Peras en el olmo
Bien parece que tanta exigencia de correctitud política, miedo a todo cuanto pueda comprometer con la legalidad, y el exceso de actitud productiva que exigen los lugares e trabajo por aquí (no tengo tiempo sino para trabajar), hacen que cualquier ser humano sea capaz de convertirse en estos mundos en un robot simpático. Cordial, educado y siempre en etiqueta, pero inexpresivo. Nada de lo que se pueda sospechar, intuir o interpretar una segunda lectura. Ningún mensaje que no sea planeado. Mucho menos una expresión de afecto.
Entonces, ido, afectado y extrañado, me diagnostiqué y al mismo tiempo inquirí: por qué estaba esperando yo que alguien me echara un chiste, me pegara un abrazo o me diera una pista sobre lo que iba a ocurrir con el proyecto que manejo con esa oficina? Acaso el que a la gente de allí la conozca tiene que significar algún tipo de afecto? La respuesta en esa y en todas las oficinas de esta ciudad son la misma. La gente por aquí vive para trabajar. Lo demás es secundario. Mucho más en el ambiente de trabajo. Soy yo el que después de 10 años todavía espera peras en el olmo.
Wednesday, May 11, 2011
La boa en forma de sombrero (o que se tragó un elefante)
Extrañar que la gente sonría, o que una canción te recuerde a alguien. Reírte por algo que no era para reírse. O sentir un vacío en un momento absolutamente racional. Uno es un espasmódico de los símbolos, y los símbolos no vienen solos, sino que cargan con ellos razones y sentimientos.
Así, el mundo lleva un lenguaje y uno lleva un segundo, una relectura, una versión libre, que le permite vivir su propio cuento en medio de otro, que es el que todo el mundo se da por enterado.
Han visto pasar un elefante por aquí?
Tuesday, May 10, 2011
Saturday, May 7, 2011
Códigos secretos
Hay sin embargo una cadena bien numerosa de gente, nombres, experiencias y expresiones que quedaron en el pasado y, sin embargo, siguen conectándose mucho más con uno que cualquier cosa que uno tenga alrededor. Igualmente, han perdido valor en este nuevo contexto, pero siguen formando parte del diccionario del imaginario que define quién es uno.
Uno es quien es y le da propísito a la vida en tanto que tuvo y tiene en su cabeza y en sus recuerdos a los amigos que le marcaron, las canciones y los músicos que le dijeron algo en su momento, los líderes grupales, políticos o globales que le brindaron una respuesta a sus preguntas. La madre y la familia que tuvo, con sus generosidades y sus trastornos.
Cada quien tiene un diccionario con connotaciones propias, que no dicen nada significativo si no es uno el que le da un significado congruente, capaz de entrelazarse con el resto de símbolos y valores que componen su código propio; y uno vive con ese código guardado como quien tiene una clave secreta que, sí, muy especial es... pero que dificulta la comprensión de lo que le rodeaque está construido con otros códigos- y también que la lectura que se hace de uno, producto de otro lenguaje simbólico, se haga correctamente.
Nombres, canciones, amigos, políticos, lecturas, familiares, fiestas, abrazos, amores, momentos, epifanías, geografías, ánimos, risas, errores, oportunidades, encrucijadas, satisfacciones. El pasado es un libro que sólo recobra peso en el imaginario y los significados que uno puede darle, y es intransferible, enigmático y, a veces, absurdo, para quien pretende, desde otro contexto ajeno, asumir significados directos.
Friday, May 6, 2011
Proyecciones astigmáticas
Con la desconexión que empieza a tener uno de lo que tuvo y naturalmente tiene de lo que tiene nuevo, el fenómeno de lo ajeno comienza a teñir también la gente y las cosas que uno admira, la gente y las cosas que uno odia. Lo que uno quiere emular. Quien uno no quiere ser. Obama, Cee lo green, Landon Donovan, Michael Moore, para decir un par de nombres, son referencias de tipos que uno admira, pero cuya composición, maneras de ver el mundo, su historia, sus puntos de vista, ni lejanamente pueden ser equiparables a los de uno, que tiene un background y una manera de vivir tan completamente distinta. Lo mismo pasa con los resquemores. El escozor que produce una tipa como Lady Gaga, un dirigente como Marcos Rubio o un alguacil como Joe Arpaio, son antihéroes contra quienes podemos esbozar horas de argumentos para combatirlos, pero nos son tan ajenos, nacieron de un contexto que nos pertenece tan poco, que ni el sentimiento de aversión es demasiado sólido.
Tuesday, May 3, 2011
Monday, May 2, 2011
...y los recordatorios indeseados
Me fui altivo en la superficie, pero golpeado realmente y en el fondo proque ante la salvaje, primitiva y territorial supremacía que aquel catalán sentía por su lugar, abusivamente invadido a sus ojos, poco pueden hacer los discursos de ciudadanos del mundo, el ánimo intercultural y la comprensión de que somos una sola especie literalmente abandona en un planeta en el que no sabemos qué vinimos a hacer. Si a los papeles nos remitimos, ese es su país y punto. Y si no, no hay sino que preguntarle a un funcionario de migración de un aeropuerto estadounidense, que bien claro lo tiene.
Ser extranjero siempre puede ser un portazo en la cara.
Sunday, May 1, 2011
El despiste benevolente
Una vez en Inglaterra, conversando con una escocesa (que era extranjera y lo desconocía) que estudiaba conmigo me preguntó muy como cosa natural qué hacía yo en el Reino Unido, "so faraway from home!" Mi respuesta, sinceramente desprevenida, fue una obviedad: había querido estudiar la maestría que estábamos haciendo, por eso había llegado hasta ahí. Un poco insatisfecha, obviamente, Juliet, concedió, sin pensar mucho: qué tonta, eso es lo que nos hace a todos haber venido hasta aquí.
Saturday, April 30, 2011
Thursday, April 28, 2011
aliens
Usualmente no lo vemos. O no lo abstraemos. Es natural a nuestra forma de vida. Pero que nuestros ancestros hayan sido protestantes o católicos. Que lo que la sociedad premie sea la humildad o la prosperidad. Que nuestras comunidades hayan sido fundadas por perseguidos o por conquistadores tiene enormes consecuencias en nuestras fromas de vivir, lo cual, dicho sea de paso, no es ni de lejos una abstracción, sino que influye, querámoslo o no, en el día a día de las sociedades, en el para qué la gente vive y hace las cosas como las hace. A qué le da importancia y a qué no. Qué le teme y qué le preocupa. Qué le da placer y qué le da culpa. Si a eso le introducimos el idioma y la geografía, los humanos podríamos parecer, a veces, seres de planetas distintos.
Tuesday, April 26, 2011
somebody find me somebody to love...
http://www.youtube.com/watch?v=cxbFLYa0_bw
Hace un par de mañanas corría por Coconut Grove, esa naturalista y paradójica antiguedad colonial que aún sobrevive al rosado y las palmeras implantadas de Miami, y mientras pasaba por una de sus calles sombreadas por la fronda de sus desacomodados árboles, conversaban bajo la lona del techo de una hermosa y avejentada casa, como grandes amigas, pero con el estupor que produce el calor infernal de esta ciudad, una hermosa señora negra con su uniforme de cartero, y otra no menos negra, pero que vestía con túnicas árabes, incuestionable dueña de la casa, que pararon su intercambio al verme pasar.
En silencio, mientras las miraba, me saludaron. Yo hice lo propio y seguí mi paso, aparentando concentración en la música de mi ipod.
Sospechaban.
Monday, April 25, 2011
El extranjero: Tampoco los que se quedan a vivir en los refugio...
Tampoco
los que se quedan a vivir en los refugio...: "Tampoco los que se quedan a vivir en los refugios dejan de ser extranjeros."
Saturday, April 23, 2011
Casablanca
Sin embargo, el extranjero -y mira que hay extranjeros aquí- sigue sintiendo y pensando como una maquinita asombrada. Adapatándose como un camaleón o esperando en las esquinas su oportunidad, dependiendo del caso.
Friday, April 22, 2011
Manatí entre golondrinas
Esa particularísima red de experiencias que tienen sentido en si mismas pero que no responden a una sola cultutra, ni a varias, sino a una mezcla arbitraria de ellas según la percepción de símbolos, valores y afectos de una sola cabecita, termina siendo tan insólita como admirable.
El aislamiento, la tragedia y el dolor permanente pero silencioso de ser extranjero es habitado a su vez por otra cápsula que es la del extrañamiento permanente. El extranjero vive sorprendido. De si mismo, de lo que las cosas significan, de lo que significan para él, de lo que significan en su contexto. Vive admirado de recuerdos inauditos. Y de lo inasible que se le hace el futuro. Mariposa entre águilas. Elefante entre perros. Manatí entre golondrinas. Lo que él ve nadie puede verlo. Pero su visión es secreta. Oculta. El raro es él. El es el que desentona. Lucha todo el tiempo por encubrirse mientras en su fibra interior se producen los más novesosos descubrimientos. La soledad del alma humana viéndose al espejo en medio del tumulto, que parece ciego ante el extranjero.
Thursday, April 21, 2011
Sunday, April 17, 2011
Historion
And yet I know, how that the souls of all men great
At times pass athrough us,
And we are melted into them, and are not
Save reflexions of their souls.
Thus am I Dante for a space and am
One Francois Villon, ballad-lord and thief,
Or am such holy ones I may not write
Lest blasphemy be writ against my name;
This for an instant and the flame is gone.
'Tis as in midmost us there glows a sphere
Translucent, molten gold, that is the "I"
And into this some form projects itself:
Christus, or John, or eke the Florentine;
And as the clear space is not if a form's
Imposed thereon,
So cease we from all being for the time,
And these, the Masters of the Soul, live on.
Ezra Pound
Thursday, April 14, 2011
Agua en el aceite
Wednesday, April 13, 2011
Tuesday, April 12, 2011
Parias
Qué arbitrariedad.
Uno le viene huyendo a un montón de paradigmas con los que uno creció y con los que uno se sentía distanciado. Y resulta que el "accidente" que dicen es el lugar donde uno nació te marca para siempre.
Son muchos los palabreros que dicen sentir que el mundo, en realidad, nos pertenece todo. Y, la verdad, en la letra pequeña, tienen razón.
El problema es uno que, sin decidirlo, no quiere pertenecer a cualquier parte. Pertenece ya, al lugar al que pensaba no pertenecer del todo.
Monday, April 11, 2011
Sunday, April 10, 2011
de Itacas
Sarcástico el pana, y poco espiritual, quizás, pero difícil quitarle la razón.
Up
Saturday, April 9, 2011
Viajar sin descanso
Friday, April 8, 2011
Egoístas. Los extranjeros somos una patria de unos 300 millones con demasiados padeceres como para detenernos en conflictos ajenos. Y eso sin contar los extranjeros endógenos, ajenos en su lugar de origen. Los que se ocupan del prójimo es porque tal inquietud forma parte de sus vocaciones. De resto, el panorama es muy árido como para pensar en los derechos de los perros o la extinción de la pirañas. El hueco en la capa de ozono es una conversa de cafetería. Lo único que quiere y teme no poder transformar el extranjero es su soledad.