Thursday, June 16, 2011

Categorías arbitrarias

Hay ciudades que parecen infinitas, y otras que simplemente faltan por conocer. En esta arbitrarísima categoría que sólo un extranjero puede tomar por cierta, Londres, por ejemplo, siempre me pareció una ciudad infinita, pues contiene, me parece, me hace sentir, millones de historias de gentes y lugares en su explanada y enorme extensión, para contarle a sus transeúntes.

Miami, en cambio, me parece que tiene mucho por conocer. Es un lugar lleno de secretos y espacios que el turista común no es capaz de localizar, impresionado por sus tiendas. Pero al conocerlos, es poca la sustancia que sus anécdotas tienen para contarnos. Será su juventud o su afán por venderlo todo antes incluso de que exista, o que el sol es tan fuerte que evapora todo, pero Miami parece siempre una ciudad liviana, sin demasiado para preocuparse o inquietar a los demás.

La sensación que me da Londres, también me la da Caracas. Los edificios, las zonas abandonadas, los bares y las avenidas contienen historias de millones de intenciones densas, amorosas o desafortunadas que sus habitantes han tenido habitando accidentalmente sus aceras y baldosas.

Pero no es una sensación que me dé Amsterdam, por ejemplo, que habiendo conquistado la actual Nueva York o visto nacer a Van Gogh no parece muy preocupada por sellar su existencia con sus anécdotas y, por el contrario, prefiere manejar bicicleta y rezar porque todo pase más ligero con el aroma de la marihuana.

Los Ángeles, con todo y su vida de autopistas, es una ciudad en la que, sobre todo los orientales, han acumulado muchas hermosas historias.

Orlando debería preguntarse si acaso es una ciudad. El viejo San Jaun podría prestarle algo.

A Buenos Aires le sobran historias. Ni hablar del DF. En cambio Bogotá lucha por terminar de asentar un misterio histórico que a la humilde Cartagena (porque en Cartagena hay la pobreza rampante, ese no es el problema) tiene de más.

Las ciudades y los hombres se entienden a su antojo, y con el tiempo (el poco o el mucho tiempo que convivan) logran o no, entablar ciertos lazos de comunicación que les producen unas relaciones específicas.

Siempre son arbitrarias, y a la vez, inútiles y inocuas estas calificaciones. Como mucho de lo que es fruto de la experiencia del extranjero. Pero está ahí esa relación. Diletante y enlistada al tiempo, para mañanas como la de hoy, en la que me gustaría estar en Juangriego tratando de obviar el supuestamente gracioso discurso de un niño margariteño y observar el mar, o aquí mismo, en este balcón desierto que es Miami, escribiendo lo que escribo.

1 comment:

  1. Me gusto, que decirte de la cuidades.... unas con alma, otras sin ella.....

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