Tuesday, April 12, 2011

Parias

Lo que no tarda en llegar cuando el viaje es prolongado es esta sensación natural de que los ojos con los que uno mira el mundo han sido nutridos por una identidad colectiva que corresponde al lugar del que uno viene. El humor, la sensibilidad, los códigos para relacionarse, son todos afines en los grupos que han crecido juntos. La nacionalidad se porta sin haber pedido permiso, se hace extrañar sin que necesariamente uno la aprecie, te hace sentir incluido en lo que no está, y excluido en donde te encuentras.
Qué arbitrariedad.
Uno le viene huyendo a un montón de paradigmas con los que uno creció y con los que uno se sentía distanciado. Y resulta que el "accidente" que dicen es el lugar donde uno nació te marca para siempre.
Son muchos los palabreros que dicen sentir que el mundo, en realidad, nos pertenece todo. Y, la verdad, en la letra pequeña, tienen razón.
El problema es uno que, sin decidirlo, no quiere pertenecer a cualquier parte. Pertenece ya, al lugar al que pensaba no pertenecer del todo.

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